Bardal es una experiencia gastronómica dirigida por el chef Benito Gómez en el corazón de Ronda. Es la pasión por acercar el producto local sorprendiendo con recetas que impulsan justo eso, el material que produce la ciudad y sus alrededores.
Casi escondido entre tiendas de souvenirs, la ubicación del restaurante Bardal es privilegiada a mitad de camino entre El Tajo de Ronda y la plaza de toros. Este restaurante puramente andaluz, abanderado de la gastronomía local, abrió sus puertas por primera vez en 2016. Logró su primera estrella Michelin solo dos años después de su apertura y cinco años después consolida su segunda estrella, siendo uno de los tres únicos biestrellados de Andalucía —junto a Noor en Córdoba y Skina en Marbella. Un reconocimiento a la trayectoria gastronómica y el sello propio de Benito Gómez, su cocina libre de imposiciones, y la pasión y el trabajo de todo un equipo profesional.
Y es que Bardal se diferencia, además de por las manos expertas de su equipo, por ser una referencia que se encuentra inmersa en la Finca Rabadán, un proyecto de producción agroecológica. Una apuesta significativa para mostrar el valor de Ronda, su territorio, autoabasteciéndose de producción hortofrutícola, oleícola, ganadera y cinegética propias. La Finca Rabadán es la despensa de una gran cantidad de alimentos que después son la base de la cocina de Bardal.
La trayectoria de Benito Gómez
El chef barcelonés (de Mataró), afincado en Málaga, ha estado en cocinas renombradas para terminar oficiando en su propia casa y con un objetivo claro: hacerlo como quiere, cuando quiere y al son que marque el mercado.
La trayectoria de Benito Gómez, de más de dos décadas, no deja lugar a las dudas. Este barcelonés de nacimiento y malagueño de adopción decidió que lo suyo eran los fogones bien temprano. Siendo apenas un niño, con 15 años, comenzó a estudiar cocina en la escuela de hostelería de Sant Pol de Mar y a devorar, casi literalmente, libros culinarios. Su libro de cabecera, “El Bulli: el sabor del Mediterráneo”, marcó un antes y un después en su vida y la razón de ser cocinero.
Alrededor del 1997 daría comienzo su carrera como profesional trabajando en algunas de las mejores cocinas que ha tenido este país. Como la de Jean Luc Figueres primero y más tarde la del restaurante La Alquería, aquella embajada de Ferran Adrià en plena Andalucía. Sin embargo, el salto definitivo vendría con Tragabuches.
En ese mismo espacio continúa oficiando, aunque con una nueva cara y una nueva motivación. Donde antes se levantaba Tragabuches, ahora se ubica Bardal. Y donde antes se llevaba a cabo una cocina reconocible, sorpresiva pero con unas líneas bien definidas, ahora se cocina con libertad, al dictado de la apetencia del chef y del mercado de ese día.
La cocina de Bardal
Bardal está formado por un equipo de grandes profesionales apasionados por la gastronomía, comprometidos con su filosofía y fieles al producto. Suman un total de ocho cocineros dirigidos por el chef ejecutivo Benito Gómez y su jefe de cocina, Juan Carlos Ochando.
Una cocina franca y sincera, nunca dada a los fuegos artificiales ni a las piruetas técnicas. Un estupendo viaje gastronómico por los sabores locales que pretende reflejar el pulso diario de los productores de la comarca, desde el respeto, la esencia y la autenticidad. La cocina de Bardal es de comarca, sensata y libre de ataduras.
Bardal juega a que todo sea reconocible, mostrando el producto a flor de piel. Aquí la sorpresa no llega en formas extrañas, sino que lo hace cuando el menú deja claro que estás comiendo en Ronda.
La variedad de ingredientes y productos que se encuentran en la zona constituyen el núcleo de la propuesta culinaria de Bardal, combinando exitosamente el producto de la Serranía de Ronda con la profundidad del guiso y la salsa catalana.
Bardal trabaja una propuesta de dos menús degustación, que varían conforme transcurren las diferentes estaciones del año. Y es que la creatividad diaria de la cocina fluye con el devenir de cada temporada.
El latido de cocina va unido de forma indeleble al pulso de la bodega. Las uvas rondeñas muestran una diversidad de referencias que componen, junto a una amplia selección de vinos andaluces, el fondo de bodega de Bardal.
Una apuesta única que ha llevado a Ronda a lo más alto culinariamente hablando.